Jefes exigentes los hay en todos lados, y muchos de éstos no siempre se fijan en cómo se dirigen a sus empleados. Sin duda esto es una cuestión básica de respeto que debe ser el principio de toda relación laboral. Pero si tu jefe es una de esas personas con temperamento fuerte o que le cuesta trabajo ser asertivo con sus empleados y cuidar las formas, entonces no te tomes las cosas personales. Tampoco quiere decir que te quedes callado cuando algo no te gusta, pero recuerda que todo lo que das recibes, así que comienza el cambio por ti y aprende a sobrellevar la relación de la forma más sana:
- “Gracias por los comentarios que en el futuro pondré en práctica”: Diciendo esto lograrás que él/ella se sienta escuchado.
- Entendido, comienzo a trabajar en ello: Cuando te pida algo, de la forma que sea, siempre contesta con una respuesta de disposición y proactiva.
- Estoy trabajando en X o Y prioridades para usted el día de hoy: También es importante mantener a tu jefe al tanto de lo que estás haciendo para que sepa cuáles son tus tareas y pendientes del día. A veces es importante recalcarles las prioridades que tienes para que él mismo te diga si está de acuerdo con eso, o prefiere organizar de forma diferente tus pendientes de acuerdo a su relevancia.
- Veré esto mañana por la mañana con la mente fresca: Si te pide algo fuera de tus horarios laborales, una forma educada de marcar tus límites y hacerle respetar tus tiempos es decirle que prefieres revisar o trabajar en tal proyecto al día siguiente para que te puedas concentrar y darle mejor calidad a tu trabajo.
- ¿Cómo podríamos mejorar esto?: Aunque sepas que es un jefe difícil, pedir retroalimentación siempre es bueno para saber qué es lo que piensa acerca de tu desempeño. Ente más preguntes menos margen de error tendrás a la hora de entregarle resultados y podrás estar en “el mismo canal”.